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ETAPAS FORMATIVAS

Propedéutico
Es el primer periodo de formación en la vida paulina y se orienta a la asunción de los principios básicos de la formación humana. En este periodo se debe adquirir una gradual formación humana, de modo que la generosidad, el entusiasmo, la sinceridad y la responsabilidad sean el punto de partida de la formación paulina. El periodo de propedéutico tiene una duración de un año.
 
Aspirantado
En esta etapa, el candidato se adentra más decididamente en el proceso de formación cristiana, muestra un mayor empeño en su opción vocacional e inicia los estudios de filosofía o comunicación. En este periodo formativo se debe lograr que el aspirante adquiera un mayor empeño en los compromisos fundamentales como cristiano llamado a una vocación específica en la Iglesia.  El periodo de Aspirantado tiene una duración de dos a tres años.
        
Postulantado
El postulantado es una etapa previa al noviciado, allí se introduce al joven a un conocimiento más profundo de sí mismo y de la Congregación, para verificar mediante un adecuado discernimiento, su llamado a la vida religiosa. En este periodo formativo, se debe continuar el proceso de formación hacia una adecuada maduración humana  y cristiana y a un conocimiento suficiente de la Congregación y de la Familia Paulina, que permitan al postulante discernir y clarificar la opción vocacional e ir adquiriendo una buena preparación para el noviciado. Este periodo tiene una duración de un año.
 
Noviciado
El noviciado es la etapa decisiva y fundamental en la formación religiosa, inicia al novicio en la vida de consagración a Dios, lo introduce en el ejercicio de los votos y le da los rudimentos para asumir las implicaciones de una consagración religiosa. Durante el noviciado, el candidato está llamado a tener una profunda experiencia de Dios, cultivar el desprendimiento, la humildad, la vida de oración y ahondar en el carisma de la Congregación. En esta etapa lo que se busca es dar a conocer al candidato la exigencia de la vida religiosa para iniciarlo en la práctica de los consejos evangélicos y encaminarlo a la actividad apostólica de la Congregación. Este periodo formativo tiene una duración de un año.
 
Juniorado
En el juniorado, el joven se adentra más decididamente en el proceso de la formación religiosa, aborda los estudios teológicos, hace su experiencia de vida apostólica y comunitaria como miembro profeso. El juniorado paulino, como una continuación del proceso iniciado en el Noviciado, consolida la consagración religiosa y perfecciona la formación en un apostolado específico. Inicia con la primera profesión religiosa y sigue a través de una intensa preparación integral, hasta la profesión perpetua. En este periodo formativo se debe lograr que el joven religioso llegue a una adecuada maduración humana y espiritual, a una intensa preparación intelectual y una consistente formación profesional para la misión. En esta etapa el joven debe hacer ya finalizada la teología, la preparación a la consagración perpetua. La duración de este periodo varía.
 
La profesión Perpetua y las sagradas Órdenes
La Profesión Religiosa Perpetua es el “Sí” definitivo a Dios, por medio de la Consagración Religiosa en la Sociedad de San Pablo. Con este acto, el Paulino pasa a formar parte de la Congregación de manera definitiva. De este modo su consagración y la práctica de los consejos evangélicos manifiestan su entrega total a la misión Paulina y su testimonio de amor irrevocable a Cristo y a la Iglesia. Después de la profesión perpetua si ha sido la elección del joven en el noviciado, pedirá al consejo regional la admisión a las sagradas órdenes del diaconado y el presbiterado o continuará como consagrado Paulino si el sacerdocio no ha sido su elección.
 
Formación Permanente
La formación Permanente, puesta en la base de todo proceso formativo, busca mantener vivo el espíritu de la Congregación, generando el interés por actualizarse, renovarse y así poder responder a los crecientes desafíos de la misión paulina. En la formación permanente se busca que el religioso paulino (sacerdote o hermano), mantenga una atención permanente hacia el crecimiento de su ser y al mejoramiento de su quehacer como paulino, proponiéndose “llegar a la plena maduración en Cristo.” (Efesios 4, 13). La formación permanente dura toda la vida.
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