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ACOMPAÑAMIENTO

La Iglesia ha convocado, para el próximo año, un nuevo Sínodo. Recordemos que un Sínodo es una reunión eclesiástica bajo la autoridad jerárquica, para la discusión y decisión de asuntos relacionados a la fe, la moral y la disciplina. Esta vez para reflexionar acerca del tema: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. En estas líneas, haremos un acercamiento sobre el discernimiento vocacional, parte del tema principal de la XV Asamblea de los Obispos que se realizará, en Roma, durante el año 2018.

Discernimiento es un término usado por la Iglesia y que se aplica en diversas situaciones de la vida del hombre. Procede del latín “discernere” (Cfr. Diccionario Etimológico) que significa, distinguir y separar las cosas. El discernimiento es saber escuchar la voz del Espíritu Santo, es saber elegir entre tantas misiones, una, la que Dios tiene para cada hijo suyo desde el vientre materno (Cfr. Jeremías 1, 1-6). Decía el papa Francisco en el encuentro con los religiosos y seminaristas en Colombia “Que todo sarmiento sirva para lo que fue creado, ¡para dar fruto!” Esto está muy ligado al tema del discernimiento, pues en él se busca descubrir la misión en la que se quiere dar fruto, tarea fundamental en la vida de cada ser humano.

En el documento preparatorio para el Sínodo de los jóvenes se cita la Encíclica del papa Francisco Evangelii Gaudium, donde se mencionan tres verbos, fundamentales en la tarea del discernimiento, estos son: reconocer, interpretar y elegir.

 

El primero reconocer, invita a ver todos los aspectos de la vida, esos que confunden por ser muchos, pero que es importante identificar. Es en esta parte donde surge el segundo verbo que es: interpretar, que se trata de ver a dónde conducen las inquietudes, si conducen a algo constructivo o hacia algo que no edifica. Los Obispos señalan que en esta fase del discernimiento vocacional “La realidad es superior a la idea”, es decir, no se puede estar aspirando a ideales que son inalcanzables (Cfr. Lucas 14, 28-30), que ponen en riesgo la vocación verdadera. En este segundo momento del discernimiento es substancial la lectura y la meditación diaria de la Palabra de Dios y la compañía de un buen guía espiritual.

El último verbo es elegir, acción libre y responsable que debe realizar cada persona después de haber reconocido e interpretado todas sus inquietudes; esta es una acción que no deben realizar los padres, ni el director espiritual, sino el llamado. Elegir una vocación es también asumir riesgos, es tener presente que en medio de la elección se puede dudar, por tanto, es importante el cultivo de una vida interior o de oración. Después de haber visto estos tres pasos, reconocer, interpretar y elegir no es que el proceso de discernimiento resulte más fácil pero sí más consciente, lo cual permite una respuesta más coherente y acorde con la realidad.

Autor: José Gregorio Escalona, ssp.

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